Conoce la cultura de Líbano

Líbano ofrece una gran variedad de manifestaciones artísticas, tanto tradicionales como contemporáneas. El dabke, un vigoroso baile folclórico, es la danza nacional. La clásica danza del vientre, que representa el paso de novia virginal a mujer sensual, aún juega un papel destacado en las bodas, y también es frecuente en locales nocturnos. La música árabe folclórica se basa en melodías discordantes y ritmos complejos, con frecuencia acompañados por una intrincada superposición de cantos. Entre los instrumentos utilizados se encuentran el oud, instrumento de cuerda en forma de pera; la tabla, instrumento de percusión de arcilla, madera o metal y piel; el nay, especie de gaita abierta con un solo tubo que produce un sonido exquisito y de gran suavidad; y el qanun, un instrumento plano trapezoidal con un mínimo de 81 cuerdas.

La prosa y la poesía siempre han disfrutado de un lugar prominente en la cultura libanesa. Una forma de poesía muy extendida es el zajal, diálogo ingenioso en el que un grupo de poetas improvisa versos incorporándolos a canciones. La figura literaria libanesa más conocida es el poeta del siglo XIX Khalil Gibran, que exploró el misticismo cristiano en su obra. Entre los escritores contemporáneos destacan Amin Maalouf, Emily Nasrallah y Hanan Al-Shaykh.

Aproximadamente el 60% de la población de Líbano profesa el islamismo, y el 40% restante practica el cristianismo. El chiismo constituye la variante musulmana con más creyentes, seguida por el sunnismo y por los drusos. Estos últimos aparecen como uno de los fenómenos religiosos más interesantes de Oriente Próximo. Si bien su origen se fundamenta en el islam, su ortodoxia difiere de tal forma de esta religión que, con frecuencia, está considerada una doctrina independiente. Los drusos creen en la reencarnación de Dios en distintos hombres pertenecientes a épocas diferentes; el último de ellos fue al-Hakim, sexto califa fatimí de Egipto, fallecido en 1021 d.C. Además de aceptar la reencarnación, también creen en la existencia de un número predeterminado de almas. Los miembros de esta religión se reúnen los jueves al anochecer en lugares discretos para orar; no se permite la asistencia a todos aquellos ajenos a la secta. La comunidad cristiana con mayor número de fieles es la iglesia maronita, seguida de la griega ortodoxa, la griega católica, la siria católica, la caldea, la protestante y la ortodoxa.

A pesar de contar con dos idiomas oficiales, árabe y francés, es el primero el predominante, y el inglés se utiliza en mayor medida en los círculos financieros y de negocios. Los árabes conceden gran importancia a los buenos modales: es habitual presenciar cualquier intercambio precedido de un largo saludo, preguntas sobre la salud del prójimo y un sinnúmero de atenciones. Aunque por su condición de ajnabi (extranjero) no se espera que el viajero conozca de entrada qué está bien o mal visto, se le demostrará respeto a quien trate de utilizar la expresión correcta en el momento adecuado. De hecho, cualquier esfuerzo que el viajero haga por comunicarse en árabe con los libaneses será apreciado. Aun si su pronunciación es desastrosa, lo más seguro es que le respondan: “¡Qué bien habla usted árabe!”.

La gastronomía libanesa constituye un placer de muy fácil alcance. Con ingredientes frescos y sabrosos, junto a refinadas especias, los libaneses han adaptado lo mejor de las cocinas turca y árabe aderezándolo con un toque francés. Una comida típica incluye algunos mezze, o entrantes, como empanadillas de espinacas, salsas, queso curado, pizza y hojas de parra rellenas. Le sigue un plato principal de carne (por lo general, cordero) o pescado, con frecuencia rellenos de arroz y frutos secos, acompañados de una ensalada al estilo del tabouleh o fattoush. El plato nacional, kibbeh, consta de una mezcla de carne de cordero picada y trigo bulgur, y se puede comer crudo, horneado o frito. El broche de oro corre a cargo de una porción de melosa baklava, u otros postres a base de sémola y nueces.

El café árabe es una bebida muy apreciada por la población. Entre los refrescos destacan el jellab, una deliciosa bebida preparada con uvas pasas y que se sirve con piñones; y el ayran, una consumición de yogur. Las bebidas alcohólicas son económicas y fáciles de conseguir. La más popular, el arak, se mezcla con agua y hielo.